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Este capítulo esta dedicado a todos los ofendidititos, en especial a aquellos que sufren sin saberlo la tragedia diaria de la discriminación alfabética, también conocida como la tiranía del abecedario.
He aquí algunos estudios que confirman lo trágico de la situación:
Liran Einav y Leeat Yariv expusieron en ««Alphabetical discrimination» in economics» cómo era mucho más probable que los estudiantes con un apellido que empezara con una letra del principio del abecedario obtuvieran plaza en los diez principales departamentos de ciencias económicas, y que cuanto antes estuviera en el abecedario, más probable es que ganaran la Medalla Clark, el premio Nobel o se hicieran socios de la Sociedad Econométrica.
Kurt A. Carlson y Jacqueline M. Conard demostraron que cuanto antes está en el alfabeto la primera letra de tu apellido, más probable es que te abalances sobre una oferta limitada en el tiempo (por aquello de que los del final del abecedario arrastramos el trauma de que nos dejen siempre para el final.
Alguien con mucho tiempo libre llegó a la conclusión de que los escritores de ciencia-ficción con un apellido entre la A y la H ocupan el 48% de las listas de best-sellers.
Puestos a desquitarse del trauma, no hay nada mejor que llamar tu empresa «AAA loquesea» para que salga la primera en las páginas amarillas. ¿tontería? Si nos ponemos a buscar empresas que empiecen por AAA:
En el capítulo menciono el maravilloso cuento de Isaac Asimov «Mi nombre se escribe con S», que trata (muy de refilón) el tema de la discriminación alfabética. Si queréis leerlo, lo podéis descargar aquí:
Mi nombre se escribe con S – Isaac Asimov
By Nilo VélezEste capítulo esta dedicado a todos los ofendidititos, en especial a aquellos que sufren sin saberlo la tragedia diaria de la discriminación alfabética, también conocida como la tiranía del abecedario.
He aquí algunos estudios que confirman lo trágico de la situación:
Liran Einav y Leeat Yariv expusieron en ««Alphabetical discrimination» in economics» cómo era mucho más probable que los estudiantes con un apellido que empezara con una letra del principio del abecedario obtuvieran plaza en los diez principales departamentos de ciencias económicas, y que cuanto antes estuviera en el abecedario, más probable es que ganaran la Medalla Clark, el premio Nobel o se hicieran socios de la Sociedad Econométrica.
Kurt A. Carlson y Jacqueline M. Conard demostraron que cuanto antes está en el alfabeto la primera letra de tu apellido, más probable es que te abalances sobre una oferta limitada en el tiempo (por aquello de que los del final del abecedario arrastramos el trauma de que nos dejen siempre para el final.
Alguien con mucho tiempo libre llegó a la conclusión de que los escritores de ciencia-ficción con un apellido entre la A y la H ocupan el 48% de las listas de best-sellers.
Puestos a desquitarse del trauma, no hay nada mejor que llamar tu empresa «AAA loquesea» para que salga la primera en las páginas amarillas. ¿tontería? Si nos ponemos a buscar empresas que empiecen por AAA:
En el capítulo menciono el maravilloso cuento de Isaac Asimov «Mi nombre se escribe con S», que trata (muy de refilón) el tema de la discriminación alfabética. Si queréis leerlo, lo podéis descargar aquí:
Mi nombre se escribe con S – Isaac Asimov