Cuando hoy entrar a Rusia es un destino deseado por millones, Chino Albertoni, al terminar en Vladivostok su recorrido en el mítico Transiberiano, quiere salir y no lo dejan. Historia atrapante, unida a la de sufridos hinchas que debieron recorrer entre siete mil y nueve mil kilómetros para ver a sus equipos dentro de un territorio extremadamente amplio y cambiante.