Si hay algo que nunca dejaremos de hacer consciente e inconscientemente como seres humanos, es aprender. La adquisición del conocimiento en los seres humanos es un proceso complejo que involucra múltiples facetas y que ha sido objeto de estudio y reflexión a lo largo de la historia. Se produce a través de los cambios de conducta que producen las experiencias. La función abstracta de aprender es tarea del órgano más complejo de nuestro cuerpo, implicado en todas las funciones que llevamos a cabo día a día y que nos mantiene vivos, el cerebro. Acciones como pensar, razonar, hablar, respirar, parpadear y muchas cosas más dependen de él. A través de los sentidos, el cerebro recibe la información, la procesa y le da significado, todo esto mientras controla la respiración, la digestión y la circulación sanguínea. 

Llevar a cabo la tarea de aprender es algo complicado a cualquier nivel, más aún cuando no sabemos cuáles son las características que tenemos como aprendices; conocer la manera en la que procesamos la información nos permitirá desarrollar los aspectos que facilitan o complican nuestro aprendizaje. Si bien es cierto, la manera en que aprendemos se ha convertido en un proceso cultural pues a todos nos enseñan a aprender de modo muy semejante; también es un proceso individual y único pues cada ser humano construye según sus propias características su aprendizaje a partir del tipo de inteligencia que prevalece en la persona.

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