Si bien sabemos que el haber sido ofendido trae en nosotros desazón y angustia, nada de esto será permanente cuando derramamos perdón sobre nuestro ofensor, el Señor nos manda a perdonar las ofensas
Si bien sabemos que el haber sido ofendido trae en nosotros desazón y angustia, nada de esto será permanente cuando derramamos perdón sobre nuestro ofensor, el Señor nos manda a perdonar las ofensas