Porteño, aunque sanpedrino por adopción, Abelardo Castillo edificó su obra literaria desde que en su adolescencia ganó un concurso por su cuento Volvedor. Y empezó a publicar además de fundar revistas (por ejemplo, El escarabajo de oro). Fue autor de cuentos, novelas, piezas teatrales, ensayos, además de ejercer la docencia. En su producción campean temáticas recurrentes como la muerte, la locura, el suicidio y las relaciones muy encontradas de pareja. Sus textos fueron traducidos a varios idiomas. Fue uno de los más fecundos y superlativos escritores argentinos.