Así como veíamos la diferencia entre mirar y ver, también podemos notar la diferencia entre escuchar y oír. Podemos escuchar música, radio o alguna conversación sin prestar atención. Sólo es un sonido de fondo, pero, Oír es mucho más profundo. El oír nos conecta, focaliza y concentra en lo que estamos oyendo. El oír demanda atención y conecta nuestro sentido de manera directa
con nuestra mente, espíritu y emociones. Oír nos moviliza y transforma. Por lo tanto, veremos la importancia que tiene este sentido en nuestra vida y como Dios lo afina para que tengamos una profunda sensibilidad al momento de comunicarnos con Él, con nuestro prójimo, y, con nosotros mismos.