Hechos 2:15‭-‬18 RVA2015:
Porque estos no están embriagados, como piensan, pues es solamente como las nueve de la mañana del día. Más bien, esto es lo que fue dicho por medio del profeta Joel: Sucederá en los últimos días, dice Dios, que derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Sus hijos y sus hijas profetizarán,  sus jóvenes verán visiones  y sus ancianos soñarán sueños. De cierto, sobre mis siervos y mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu,  y profetizarán.

Hechos 2:368-‬42 RVA2015:
Pedro les dijo: —Arrepiéntanse y sea bautizado cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que están lejos, para todos cuantos el Señor nuestro Dios llame. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba diciendo: —¡Sean salvos de esta perversa generación! Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones.

Como ayer les dije, el libro de Hechos de los apóstoles es la historia del nacimiento de la iglesia de Jesucristo. En este capítulo vemos cómo estaban llenos del Espíritu Santo; el apóstol Pedro se levanta al frente de la multitud y les explica que ellos no están borrachos sino que es el cumplimiento de la promesa de que iban a ser investidos del poder de Dios.
Jesús, que caminaba con ellos físicamente, los iba a acompañar en todo momento y en todo lugar pero ahora lo hacía dentro de sus corazones.
Ahora los apóstoles tenían toda la autoridad plena de Dios para hacer milagros, sanar enfermos y llevar este mensaje con poder y autoridad, tanto judíos como no judíos, y este poder de Dios en sus corazones les iba a dar las fuerzas para enfrentar toda clase de pruebas y tribulaciones.
La gran noticia es que el mismo poder de Dios, que es el Espíritu Santo que recibieron los apóstoles y los 120 que estaban en el aposento alto, también está designado para todos aquellos que lo deseen, incluyendo a todos los miembros de la familia. ¡No importa si eres un adulto o un niño, o si eres joven o anciano, todos tienen derecho a recibir este maravilloso regalo!
Imagínese si todos los miembros de la familia creyeran y reclamaran esta promesa, así como el profeta Joel lo profetizó diciendo que los jóvenes verán visiones y los ancianos soñarán sueños y que todos profetizarán.
Profetizar significa que hablarían palabra de Dios, palabra de vida, palabras de reconciliación y de amor.
¡Oh, cuánto necesitamos hablar palabra profética entre nosotros mismos! Me da tristeza que nosotros, como creyentes, caigamos en los afanes de esta vida y lo único que miramos es defectos, debilidades y errores de los que nos rodean. Miramos el estado actual de la humanidad y lo que vemos es oscuridad y condenación. Miramos los problemas y lo que hablamos son tristezas y pesimismos.
Te exhorto para que avivemos el fuego del don de Dios que está en nosotros y hablemos palabra profética de sanidad y de prosperidad, de liberación y de victoria sobre tu familia. Pidámosle al Señor que nos revele lo que Él quiera hacer con cada uno de nosotros, con nuestras parejas, con nuestros hijos, con nuestros abuelitos, etc.
¡Llegó la hora de que nuestras familias sean un fuego que ni las tinieblas ni ningún ambiente frío y oscuro puedan apagar!
Al contrario, empecemos a traer luz a otras familias apagadas, y que juntos hablemos con autoridad, así como los apóstoles fueron llenos del espíritu Santo y transmitieron vida eterna.

Consideremos:
¿Me estoy dejando guiar por el Señor o por mis pensamientos?
¿Estoy permitiendo que me controle mis sentimientos o estoy permitiendo que el Espíritu Santo tome control de mi vida?

Soy tu amigo Eduardo Rodríguez; no olvides leer todo el capítulo completo. Que el Señor te llene de su Santo Espíritu a ti y a toda tu familia.

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