Durante siglos, las personas han observado comportamientos extraños en los animales justo antes de los terremotos. Gatos que huyen, perros que aúllan sin razón aparente, o aves que abandonan sus nidos de forma repentina. Relatos similares se repiten desde la Antigua Grecia hasta las aldeas rurales del Japón moderno. La ciencia, sin embargo, ha tardado en prestarles atención. Pero en los últimos años, investigaciones rigurosas están empezando a considerar la posibilidad de que, efectivamente, algunos animales sean capaces de detectar sismos antes de que ocurran.