¿Por qué cuando nos obligan a hacer algo, lo hacemos sin problemas, bien sea porque es mi trabajo, o por un compromiso o porque sencillamente toca hacerlo? Pero cuando tenemos la libertad de hacerlo no lo hacemos.

Si el médico te dice que hagas deporte porque se está atrofiando tu sistema muscular, entonces te apuntas al gimnasio.

O si hay un coche de la guardia civil en la carretera puedes incluso no adelantarlo aunque la velocidad no supere lo que marcan las señales.

¿Qué nos pasa con la autoridad? Parecemos niños pequeños, portandonos bien cuando nos vigilan y desmadrandonos cuando no nos ven.

¿Necesitamos constantemente que nos digan qué tenemos que hacer para hacerlo? ¿Por qué no sale de nosotros hacer lo que sentimos?

Otra cosa que me sorprende muchísimo es como nos boicoteamos y dejamos de hacer algo que nos sienta bien con el argumento de no exigirte tanto a ti mismo. De ser más flexibles.

Realmente los autoengaños son tan sofisticados que cada vez es más difícil dedicarse a la enseñanza, porque ya no solo tienes que conocer la materia que enseñas y además haberla experimentado por ti mismo en el tiempo, sino que tienes que encontrar maneras originales de transmitirlas, para que las artimañas del señor ego de cada persona no encuentre un argumento fácil para boicotear ese aprendizaje.

En el primer capítulo de este podcast os conté que algunos amigos míos me llaman el escudriñador de almas, no tanto porque me meta dentro de la gente a escudriñar sus secretos sino más bien porque cuando miro a alguien tengo la particularidad de captar cosas.

Por eso cuando estamos dando clase shima y yo a nuestro grupo de meditación, tengo claro los impactos emocionales que algunos de ellos tienen, debido a algún planteamiento o a una técnica.

No podría explicaros porque esto es así, pero no importa, lo relevante es que en algunas ocasiones estoy más pendiente de cómo explicar ciertas cosas que de la técnica en sí misma. Esto es porque percibo como lo va a encajar esa persona, entonces me encuentro muchas veces en la tesitura de no poder decir directamente como realizar una técnica porque sé que el ego de tal o cual persona va a poner sus peros, o su es que, o su isi.

En fin, que algo que tendría que ser más sencillo se complica debido a los personajes que todos nos creamos para relacionarnos con los demás.

Pasa también que cuando diriges una clase y das una orientación todo el mundo hace caso y la práctica. Pero ocurre que cuando les propones que hagan práctica por ellos mismos, es bastante frecuente que no la hagan.

Pienso que todavía queda un largo recorrido para que la gente entienda que lo que tiene más valor es lo que uno es capaz de hacer por sí mismo y no aquello que haces con ayuda de los demás.

Aunque nos esforzamos para que los alumnos se emancipen de las dependencias exteriores, incluso de nosotros mismo como profesores, el ritmo de vida impide en gran medida que avancen más rápido.

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