El pueblo español no debe permitir, que el tribunal constitucional pueda anular o inhibir la actividad del parlamento español, por la sencilla razón de que el tribunal constitucional no ha sido elegido por la voluntad popular y el parlamento de la nación si está elegido por la voluntad popular.

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Por tanto el gobierno español no está obligado a acatar la sentencia de dicho tribunal constitucional en manera alguna.

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Solamente por estas dos premisas expuestas en los dos párrafos anteriores, todo mundo puede asumir y expresar en alta voz y con toda certeza, que todavía no existe verdadera democracia ni en España ni en el mundo, pues aunque esta declarado por la ONU que todo gobierno debe tener cariz y fundamentos democráticos, todavía muchos gobiernos siguen rigiéndose por el ser injusto e indigno principio de fuerza o autoridad heredado de nuestros ancestros y confirmados por las religiones monoteistas

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Por esa herencia de nuestros ancestros y aceptada por las religiones monoteístas, nunca se ha podido saber cómo se llega a la democracia, porque el injusto y falso principio de autoridad heredado de nuestros ancestros y confirmado por las religiones, todavía se resiste a morir.

Germán Martín Castro - Prometeus