La Palabra dice que la muerte y la vida están en poder de la lengua, y que de la abundancia del corazón habla la boca.
En nuestras palabras hay poder y hay control, razón por la cual vale la pena estar atentos en todo momento a lo que estamos expresando. Nuestras palabras deben estar fundamentadas en una demostración del Espíritu, consolando a otros, trayendo alivio y no daño, enriqueciendo y evitando problemas, reflejando sabiduría y en todo momento agradándole a Él.