Lo formaron y le dieron visibilidad en las atracciones populares sus aportes adolescentes durante cuatro años del Sandro de La Cueva y ese boom que fue el Leonardo Favio de Fuiste mía un verano. Después, a Bernardo Baraj se lo reconoce en su dúo con Juan Barrueco, que preludió el trío con Jorge González. Su vida de músico se expandió a otros fenómenos del espectáculo, hasta la acutalidad, siempre con su saxo, también con la novedad de su incursión por el canto, su acercamiento "a un dejo de tango", corporizado además por su afición de amateur bailarín milonguero. Siempre con sus genes jazzísticos, vocación docente y de notable calidad de artista.