Esta semana vamos a hablar acerca de “los mansos”. No tiene nada que ver con nuestro nivel económico o educacional, sino con el haber comprendido cuál es nuestra posición en el gran esquema de la creación. Es cierto que soy el pastor del CDV en Houston, pero, estoy aquí para servir a Dios por medio de servirlos a ustedes en Su nombre. El día en que se me olvide, e intente colocarme en cualquier otra posición, es el día en que dejo de ser manso.
Santiago 3:13-16 dice, “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.
Debido a nuestra naturaleza carnal, y la influencia que nuestro enemigo tiene sobre ella, siempre tendremos que luchar en contra del deseo de colocarnos en el lugar de Dios. En el momento que bajemos nuestra guardia, nos encontraremos tomando decisiones, completamente ajenas a Su voluntad, actuando con orgullo y no con mansedumbre.
Arrogancia no es una muestra de sabiduría. ¿A caso sabemos más que Dios? Retar a Dios, poniendo en duda Su Palabra, creyendo saber más que Él, no es ser inteligente. Ya se sabe que podemos ser desobedientes a Sus mandatos. Él nos permite hacerlo. La pregunta es: ¿Cuán inteligente es quebrar Sus mandamientos e ir en contra de Su voluntad?
Nuestros deseos carnales deben ser reprimidos. Reprimir es contener, refrenar un impulso o sentimiento. Entre tanto tengamos estos cuerpos físicos vamos a ser tentados a hacer lo malo. No reprimir nuestro deseo de ignorar a Dios y Su instrucción, sería la cumbre de la arrogancia. Conste, que hasta en esto dependemos de Dios. No podemos reprimir nuestros deseos sin Su ayuda.
Los mansos recibirán la tierra por heredad. El mundo es de Dios. Es Suyo, para dárselo a quien quiere. A Él le ha complacido dárselo a los mansos, a aquellos quienes humildemente reconocen el orden de las cosas, y se someten a ese orden, como es debido.
Podemos ser arrogantes, aparentando ser quienes no somos, o podemos aceptar la realidad, y aceptar que no somos nadie, pero con un Dios que nos ama, con un amor que sobrepasa todo entendimiento. El CDV no irá a ningún lado, arrogantemente aparentando ser algo que no es. Sin embargo, con mansedumbre, iremos hasta donde Dios nos quiera llevar, y más allá. Y no habrá quién nos detenga. ¿Qué les parece, si reconocemos la verdad hoy, humillándonos en Su presencia, para buscar Su Rostro, y someternos a Su voluntad?
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