Dicen que en los años 30 un joven Robert Johnson, un tipo que tocaba la guitarra de sin pena ni gloria se dirigió a un cruce de caminos en mitad del estado de Mississippi y arrodillandose ofreció su alma al diablo para lograr la fama y ser el mejor Bluesman. Si su alma pertenece al diablo o no, no lo sabemos, que logró la fama y es uno de los Bluesmans más grandes del panoramo músical, si que es verdad. Porque el Blues es así, te va el alma en ello.