Fabián Harari, en su columna semanal en NdR Radio, habló sobre el peronismo y la poca capacidad de movilización que tiene este partido. Próximos al día de la Lealtad Peronista, el partido que antes movilizaba multitudes, hoy organiza una reunión por zoom. Pese a que este año puedan argumentar que esto se debe a la pandemia, la realidad es que hace años que para esta fecha ya no convoca a nadie o en caso de que lo haga, ningún foco de encuentro es masivo.
Juan Domingo Perón presta servicios muy importantes a su clase social, la burguesía. Entre ellos se encuentran: el disciplinamiento del conjunto del movimiento obrero; la construcción del partido burgués más importante de la Argentina desde el 45´hasta el 2001, que reordena la política burguesa; la edificación del obstáculo histórico para que la clase obrera pueda avanzar; y el condicionamiento del contenido revolucionario de la izquierda en Argentina. En este último punto, este sector político no puede superar al peronismo, con quien comparte fuertes vínculos en términos programáticos. Por ejemplo, la cuestión nacionalista o la idea de que la Argentina podría ser una gran economía capitalista si se sacara de encima la presión norteamericana. Este problema también se observa en no querer discutir con el peronismo o en verlo como su principal obstáculo. Por el contrario, en lugar de pensarlo como un movimiento contra revolucionario, lo ve como algo progresivo. La izquierda argentina se ve incapaz de pelear por el poder, de plantear que hay que eliminar el sistema social en el que vivimos: el capitalismo. Problemática que no menciona por miedo a espantar a su electorado peronista.
Hoy el viejo peronismo no existe. Se fue disgregando en sucesivas instancias, en donde la más significativa es la del 85´: el cafierismo y la renovación. Este momento representa un momento de ruptura y de reconocimiento de que la sociedad ya no es la misma en la que se había instalado la política peronista. Su renovación es la transición de un partido anclado en el movimiento sindical a un partido que es, más bien, una maquinaria electoral. Esto reflejaba una evolución de la sociedad argentina.
Hoy en día los que se manifiestan son, básicamente, los movimientos sociales, la sobrepoblación relativa: desocupados, sub ocupados, trabajadores en negro. El conglomerado de la clase obrera que vive de planes sociales o algo parecido. Antes la política de relación con la clase obrera estaba centralizada en el peronismo, a través de la burocracia sindical, y quien lideraba el PJ lideraba la Argentina. Hoy esto se ha tercerizado. No hay ningún político que controle los movimientos sociales. Esto tiene que ver con la incapacidad de la burguesía de establecer un aparato sólido. Lo único que logra construir son alianzas poco estables. No existe ninguna dirección que los nuclee o programa que lo haga. Descomposición que también se percibe en la política obrera.
Esta situación se explica por el hecho de que el Estado y las instituciones burguesas no pueden llegar al conjunto de la sobrepoblación relativa, no tienen recursos para dar respuesta al conjunto de las necesidades. No solamente el Estado no puede llegar, sino que cuando quiere hacerlo la expansión de la miseria es más rápida que la capacidad de hacerse de recursos. Se advierte una ausencia de partidos centralizados y de programa que hace la dispersión de la política. Debido a esto, tenemos la cuestión del llamado clientelismo.
Hoy, ante un nuevo aniversario del 17 de octubre, vemos que la calle está vacía de peronismo porque ya existe como partido ni puede movilizar a nadie centralizadamente. Hoy la calle la tiene la oposición que, a pesar de estar dividida, son los únicos que levantan un reclamo político.