Bajo el calor del desierto un hombre particular anunciaba la llegada del reino de los cielos. Juan estaba vestido con pieles de camello, comía langostas, y todo en él era llamativo, también su mensaje. Predicaba el arrepentimiento y como acto público eran bautizados por él quienes venían con plena convicción de que algo estaba cambiando: el reino de los cielos.
También llegaron los fariseos y los saduceos y para ellos tuvo un mensaje puntual: ellos también debían transformar su mente, no valía con títulos de raza o títulos de sangre, no valía que se mostraran como hijos de Abraham. Lo que realmente importaba era que fueran con plena convicción de que el reino de los cielos había llegado.
¿Somos conscientes de la importancia del reino de Dios en nuestra vida? ¿Hemos decidido cambiar nuestra mente como resultado de las buenas noticias que hemos recibido? O como los fariseos, ¿vamos pensando que Cristo no es tan necesario en nuestra vida porque al final no somos tan pecadores?
Este episodio nos invita a escuchar el mensaje del reino de los cielos y ha cambiar nuestra mente, a arrepentirnos, y a entregarnos sin más en los brazos de Jesús, nuestro salvador.