El Libro Viajero

Cap. 2 | Viaje Vecino por Paula Andrea Teran - Parte 1 | Ed. 2020

07.16.2020 - By El Derecho A No ObedecerPlay

Download our free app to listen on your phone

Download on the App StoreGet it on Google Play

Desde que tengo memoria he vivido en Ureña, lo considero mi hogar, a pesar de ser frontera con Cúcuta, la energía es muy distinta y me gusta bastante.

Estudié en Ureña mis primeros años pero mi madre que es colombiana dudaba mucho del estudio  que aquí se da, así que cuando terminé primero no dudó en pasarme a estudiar en Cúcuta, ahí empezaron mis experiencias con la frontera.

Para mi siempre fue normal el tener que levantarme un poco más temprano para llegar a clase y la distancia que tenía que recorrer se me hacía cotidiana, pero cuando le comentaba a mis compañeros de dónde era, siempre me miraban con asombro o con incredulidad.

Cuando se cerró la frontera, las cosas se complicaron más aún. Me acuerdo ese día, todo iba normal, mi mamá me llevaba en moto al Escobal para que pudiera tomar la buseta e ir a clases, pero cuando llegamos a la alcabala, que es el control que hay en Ureña para pasar a Colombia, todo estaba cerrado, la guardia tenía cerradas las calles y estaban armados hasta más no poder, en cada esquina había algún guardia anunciando el cierre de frontera indefinido, y recuerdo haber pensado que duraría unas semanas.

Con el paso de los años me dí cuenta que no podía estar más equivocada.

Cada cierto tiempo habían cambios del cómo se manejaba la frontera pero nada preocupante pues puedo adaptarme rápido a los cambios. En el 2019 hubo un momento en que cerraron frontera a inicio del año lo que me obligó a vivir un tiempo con mi tía. Con las vías públicas cerradas me tocó recurrir a las que estaban un poco mas ocultas para lograr mi cometido, tuve que pasar por una de las trochas. Sé que para muchos es algo cotidiano, pero a mis 17 años, pasar por una trocha, con un guía desconocido era algo que me asustaba. Por suerte no estaba sola, iba con un amigo que iba a quedar con unos familiares. Mientras pasaba la trocha solo podía pensar en lo increíble que es el ingenio de las personas y lo que la necesidad puede llevarnos a hacer. El sol era infernal, sentía cómo mi piel ardía y cómo el calor del suelo atravesaba mis zapatos, haciendo que caminar fuera doloroso e incómodo. A mi lado pasaban personas que llevaban y traían mercancía, cada uno cubría su rostro o evitaba el contacto visual con otras personas que no fueran conocidos. Fueron 30 o 40 minutos caminando bajo el sol inclemente y cargando el peso de mis maletas. Al llegar a Cúcuta busqué entre mis cosas mi teléfono y llamé a mi tía para decirle que había llegado. Cuando mi tía llegó, se puso a llorar al verme mojada y sucia, yo había tenido que pasar un pequeño río. El tiempo que viví con ella fue duro pero bueno.

Continuará

More episodes from El Libro Viajero