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La última película del director chileno Pablo Larraín pretende ser una gran sátira histórica, pero en los espacios de la memoria la estética no lo es todo. El cine tiene, en ciertos casos, una responsabilidad social, especialmente si se trabaja con personaje tan complejos y grotescos como Pinochet.
By @marcellproust ; @franciscamesaLa última película del director chileno Pablo Larraín pretende ser una gran sátira histórica, pero en los espacios de la memoria la estética no lo es todo. El cine tiene, en ciertos casos, una responsabilidad social, especialmente si se trabaja con personaje tan complejos y grotescos como Pinochet.