Ocho días después de su llegada al desierto, allí estaba nuestro aviador. Aún trataba de reparar su máquina, claro. Junto a él, inamovible, estaba el Principito. Su curiosidad era mucha. Casi tanta como los misterios que lo rodeaban.
Ocho días después de su llegada al desierto, allí estaba nuestro aviador. Aún trataba de reparar su máquina, claro. Junto a él, inamovible, estaba el Principito. Su curiosidad era mucha. Casi tanta como los misterios que lo rodeaban.