Los estudiantes deben recordar, en todo momento, que no importa los errores que hayan cometido, porque Dios jamás critica ni condena, sino que en cada tropiezo dice, dulce y amorosamente: “Levántate, hijo, y comienza de nuevo. Continúa ensayando hasta que logres la Verdadera Victoria y la Libertad de tu Dominio Divino”.