Había una vez una casa abandonada en medio del bosque. Nadie sabía quiénes fueron sus antiguos propietarios o por qué la dejaron así. Algunos decían que había sido habitada por una familia de locos que realizaba rituales satánicos, mientras que otros contaban que allí se había cometido un asesinato espeluznante.
Un grupo de amigos decidió desafiar la superstición y pasar la noche en la casa. Al principio todo parecía normal, pero a medida que pasaban las horas comenzaron a escuchar ruidos extraños, las puertas se abrían y cerraban solas, y las cosas se movían sin explicación.
La tensión y el miedo crecían en el grupo, pero decidieron quedarse porque pensaron que todo podía ser producto de su imaginación. Sin embargo, cuando entraron en una habitación oscura que parecía no tener salida, comenzaron a sentir una presencia maligna a su alrededor. Las luces se apagaron y escucharon voces susurrantes y risas diabólicas que los rodearon.
Cuando la luz finalmente volvió, descubrieron que uno de sus amigos había desaparecido sin dejar rastro. Desesperados, comenzaron a buscarlo por la casa, pero encontraron algo aún más aterrador: un cuarto secreto lleno de símbolos satánicos y herramientas de tortura. En el centro de la habitación, encontraron a su amigo muerto, con heridas en el cuerpo y la cara desfigurada.
Aterrorizados, huyeron de la casa abandonada y nunca volvieron a hablar del tema. Desde entonces, ninguno de ellos se atrevió a desafiar las supersticiones del bosque ni a visitar la casa maldita de los terribles rituales oscuros.