Hoy es 26 de enero de 2016 y, hoy, una de las grandes ideas motoras de toda la historia de la humanidad, sigue siendo el anhelo de muchos pueblos, como es el caso del pueblo saharaui. Claro está que, decir "libertad" sin más, de un pueblo, es decir muy poco, precisamente porque el vocablo significa muchas más cosas. La libertad no es una religión, una deidad que adorar de lejos. La libertad no se define, sencillamente se ejerce. La libertad son alas, son pan, que debemos dejar volar, es más que una idea o un concepto. Es una experiencia que escapa a las definiciones. Las ideas que conlleva la libertad, no son de coacción, sino de persuasión, de vivir y dejar vivir, de rechazar tanto la subyugación como la dominación.
Aún no ha corrido mucha agua bajo el puente. Un año escaso desde que saltara a la prensa el caso del "secuestro de Mahyuba" cuando tenemos sobre la mesa el caso del "secuestro de Maloma", solo por mencionar a las mujeres saharauis que poseen pasaporte granate de la Unión Europea. Lo que sí es cierto es que el agua sigue bajando muy turbia en demasiados tramos, como también es cierto que está sirviendo para despejar bastante los márgenes del río, sobre todo en lo que se refiere a la verdadera posición que viven las mujeres jóvenes saharauis en su propia sociedad, entre su propio pueblo, inherente a su condición de mujer, sumando otras categorías conexas como su estatus de refugiadas, exiliadas y ocupadas en su propia tierra, pero también sobre el verdadero papel que juegan el Frente POLISARIO, la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS) y, por supuesto, todo el entramado de entidades y asociaciones solidarias con la causa del Frente POLISARIO, más aún en los últimos años, en su trabajo por la "emancipación" de las mujeres de su pueblo.