Tras los múltiples internamientos psiquiátricos debido a la esquizofrenia que sufre Manolito, se le realiza un cierto seguimiento que en un principio parece mantenerle a raya. Sin embargo, sus padres todavía temen que recaiga con un nuevo brote psicótico y algunos vecinos del lugar le tratan con pies de plomo, por si las moscas.

Comienza a hacer vida normal en Táliga, donde entabla amistad con el pequeño Raúl (conocido como Raulín). A pesar de la diferencia de edad, parece mostrar un gran afecto por el muchacho, quien empatiza con su condición y con el que formará una bonita amistad.

Sin embargo, como venía anticipándose, un nuevo brote psicótico desatará los acontecimientos que llevarán a bautizar el macabro, sádico e inminente asesinato como "El Crimen de Táliga".