Me habían dicho que debía elegir el blanco y siguiendo los consejos, así  lo hice. Me aferré a él y lo llevé como estandarte. Lo exhibí, y lo  amé, de tal forma, que hasta mis vestidos poseían ese valor.

Una de las cosas que más me llenaba de felicidad, era saberme poseedor  de todos los colores y por momentos, se disparaban arco iris en millones  de direcciones.

Un mal día, hubo sombras que comenzaron a hurtar algunos y luego de un  tiempo, pude darme cuenta que ese blanco inmaculado "tornazoleaba" en  diversos tonos, hasta el punto de mi enfado y consecuentemente me  encontré reclamando y tirando colores a diestra y siniestra gritando con  despecho: "Quieren sacarme todos!!?".

Así torné en infinitos grises, virando en una matriz indescriptible de  dudas. Fue tan terrible escena, que me quedé sin ninguno y la oscuridad  fue mi guía. El negro mi suerte.

Hoy me siento estafado y muero por un color...

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