Hace doce años la comunidad cristiana de Barakaldo puso en marcha esta iniciativa solidaria con el objetivo de atender a quienes tenían más dificultades para cubrir sus necesidades de alimentación.

Al principio se ofrecía servicio, sobre todo, a familias con pocos recursos económicos. A veces comían en el propio comedor social y en otras ocasiones se llevaban un “tupper” con comida para consumirla luego en sus propios domicilios. Pero en estos últimos años ha cambiado mucho el panorama de necesidades sociales y el perfil de quienes están en peor situación. Ahora uno de los colectivos más vulnerables es el de quienes están solos en nuestro país y no tienen un hogar en el que cobijarse. Muchos de ellos son jóvenes migrantes que aún no han conseguido una inserción social y laboral entre nosotros. Porque no tienen la formación adecuada, por desconocimiento del idioma o por las dificultades y desarraigo que supone un proceso migratorio como el que suelen experimentar.