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En este episodio de Almas Luminosas, Caro Angarita conversa con María José Quiceno, una mujer que convirtió el dolor más profundo en su mayor propósito.
A los diez meses sufrió un accidente que marcó su cuerpo para siempre. Años después, cuando su hijo fue víctima de acoso escolar y terminó en una unidad de cuidados intensivos, su mundo se quebró nuevamente.
Pero de esa oscuridad nació una misión: enseñar a otros a encontrar su voz —esa voz que puede salvar vidas, que puede decir “esto me hace daño” o pedir ayuda a tiempo.
Una conversación que habla sobre la vulnerabilidad como poder, las heridas como camino de luz, y la importancia de escuchar con el alma.
Porque, como dice María José: “Las heridas son tatuajes del alma, y vinieron para recordarnos que no estamos solos.”
By Carolina Angarita BarrientosEn este episodio de Almas Luminosas, Caro Angarita conversa con María José Quiceno, una mujer que convirtió el dolor más profundo en su mayor propósito.
A los diez meses sufrió un accidente que marcó su cuerpo para siempre. Años después, cuando su hijo fue víctima de acoso escolar y terminó en una unidad de cuidados intensivos, su mundo se quebró nuevamente.
Pero de esa oscuridad nació una misión: enseñar a otros a encontrar su voz —esa voz que puede salvar vidas, que puede decir “esto me hace daño” o pedir ayuda a tiempo.
Una conversación que habla sobre la vulnerabilidad como poder, las heridas como camino de luz, y la importancia de escuchar con el alma.
Porque, como dice María José: “Las heridas son tatuajes del alma, y vinieron para recordarnos que no estamos solos.”