Es bastante común empezar el año con deseos, propósitos y un montón de “me encantaría“, de frases como “este año sí que sí… no lo retraso más!”. Pero… ¿qué pasa? ¿por qué se nos va la fuerza por la boca y nos dejamos la motivación por el camino?
Es bastante común empezar el año con deseos, propósitos y un montón de “me encantaría“, de frases como “este año sí que sí… no lo retraso más!”. Pero… ¿qué pasa? ¿por qué se nos va la fuerza por la boca y nos dejamos la motivación por el camino?