Cuando permitimos que Dios transforme nuestra vida de oración, Él también transforma nuestra eficacia, nuestras familias, nuestros negocios y nuestras relaciones con los demás.
Cuando permitimos que Dios transforme nuestra vida de oración, Él también transforma nuestra eficacia, nuestras familias, nuestros negocios y nuestras relaciones con los demás.