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Cuando el amor del Señor Jesús nos tocó por primera vez y nos arrepentimos y confesamos Su nombre, un gozo profundo que nunca antes habíamos conocido llenó nuestros corazones. ¡Qué gran gozo fue ser perdonados y nacer de nuevo! Dios desea que todos Sus hijos continúen regocijándose durante todas sus vidas en la salvación maravillosa que Dios efectúa. Ésta debería ser la experiencia normal de todo creyente, como vemos en 1 Pedro 1:8: “Os alegráis con gozo inefable y colmado de gloria”.
Cuando el amor del Señor Jesús nos tocó por primera vez y nos arrepentimos y confesamos Su nombre, un gozo profundo que nunca antes habíamos conocido llenó nuestros corazones. ¡Qué gran gozo fue ser perdonados y nacer de nuevo! Dios desea que todos Sus hijos continúen regocijándose durante todas sus vidas en la salvación maravillosa que Dios efectúa. Ésta debería ser la experiencia normal de todo creyente, como vemos en 1 Pedro 1:8: “Os alegráis con gozo inefable y colmado de gloria”.