Jesús está cerca a su muerte y lo que sucede es una cena de despedida. En ella se nos narra una escena de amor profundo, se servicio, de humildad, pero sobre todo un mandato claro y puntual: ámense unos a otros como yo los he amado. No es más, no es menos. Es amor hecho acción práctica, es amor transformador que solo puede dar Dios hecho una realidad. Habiéndoles podido dar una lección de teología, Jesús les da una amorosa lección con su ejemplo, con su actitud, con sus palabras. ¿Lo entendemos nosotros hoy?