En muchas ocasiones, necesitamos una pausa en nuestro paso por la vida para volver a Jesucristo nuestra mirada.

Nuestra identidad debe estar basada en lo que El Padre dice de nosotros, y los planes que este tiene para nosotros.

Cuando buscamos agradar a alguien, sin estar firmes en que debemos agradar primeramente a Dios, podemos caer en grandes errores.

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios. Es un mandato de Dios, aunque desde pequeño se nos hace difícil estar tranquilos. Es mejor obedecer nuestro Padre Celestial y dejar que El pelee por nosotros.

Debes estar consciente de los milagros que ocurren en nuestra vida diariamente, muchas veces por esperar grandes milagros nos olvidamos de los pequeños milagros. Demandamos más cada día de Jesucristo, porque vemos los milagros diarios como comunes.

Aún cuando lo hayas perdido todo, jamás pierda la fe porque Dios jamás te abandonará. Aunque murmuren de tu situación y sientas un inmenso dolor, no pierdas tu fe en el Señor.

Aún en los días malos, Dios está en control. Recuerda siempre que Dios tiene el poder de detener cualquier cosa y superar nuestros miedos.

Aún cuando los días se tornen malos debemos activar nuestra fe. Jesús nos enseñó que aún cuando creemos que es para muerte, puede ser para su gloria.

Cuando llegue el día malo debes seguir el ejemplo del Señor y perseverar en la oración. En la oración está el secreto para recibir la fortaleza necesaria para soportar el día malo.