Por medio de nuestra fe en Jesús, hemos recibido
gratuitamente el perdón de Dios.
Concédelo también a quienes te rodean sin reservas ni
condiciones.
El perdón te libera. El rencor, la amargura y el
resentimiento solo te lastiman a ti mismo y envenena tu corazón. La raíz de
amargura no te permite disfrutar ni
acceder a la gracia abundante de Dios hacia tu vida.
La falta de perdón es como una bomba de tiempo, que si no se
desactiva, destruirá tarde o temprano tu vida emocional, tu salud y el
bienestar espiritual que Dios quiere darte.