Jugar a las escondidas es uno de los recuerdos de niñez que más añoramos cuando relatamos memorias; lo mismo ocurre con la tercera generación de la Familia Calderón. Han ido tantas veces que se sienten como en casa, ya son parte del Restaurante y conocen muy bien el menú.
Nuestros hijos son mejores que nosotros, afirma Mauricio, se siente orgulloso de su hijo y de sus nietas, porque si la comida tiene el poder de cambiarte el humor, el sello de Contramar es dar alegría y hacer a la gente feliz.