El movimiento obrero es un movimiento político en el que las trabajadoras asalariadas y los trabajadores asalariados se asocian, bien de forma temporal o permanentemente, con fines profesionales y también políticos. ¡Ojo! digo políticos, no partidistas, que hay que distinguir entre una cosa y la otra. Pero eso sí, siempre en función de su naturaleza obrera, es decir, de su condición de persona que vende su fuerza de trabajo a otra, llamada capitalista, que posee los medios de producción y que es también dueña de los bienes producidos. En el caso que nos ocupa hoy, las que venden su fuerza de trabajo y su salud, son las trabajadoras de la Ley de la Dependencia en todo el Estado español. Y en estos días, en Andalucía, están en pie de lucha, reivindicando mejoras en sus condiciones laborales para poder mejorar, en definitiva, la calidad del servicio.
El Servicio de Ayuda a Domicilio es un sector altamente feminizado y profundamente invisibilizado, precisamente por eso, porque son mujeres las que trabajan en él. Son ellas las que están cargando sobre sus espaldas, y nunca mejor dicho, todas las carencias que tiene este servicio esencial y fundamental que siempre, siempre, siempre, debería ser público, sin peros que valgan. Y son ellas también las que han dicho basta, se han organizado y están dando la pelea por sus derechos como trabajadoras, pero también por los derechos de las usuarias y los usuarios del Servicio de Ayuda a Domicilio. Esto, que no se le olvide a nadie. Esto, que nadie lo ponga en duda ni lo venga a cuestionar.