Siria, para mí, siempre fue el país donde quería ir a estudiar árabe a la mínima oportunidad que tuviera. Donde la pronunciación del árabe fusha o árabe claro es el más bonito, puro y comprensible su habla para los no arabeparlantes. Así, anduve siempre leyendo cosas sobre Siria (en árabe: ????? S?riy?), oficialmente la República Árabe Siria; investigando y empapándome sobre la historia, geografía, música y, por supuesto, política de este país del Oriente Próximo ubicado en la costa oriental mediterránea y que desgraciadamente se encuentra sumida en una cruenta guerra desde marzo de 2011.

Obviamente, las guerras, los conflictos, la violencia, no surgen por generación espontánea o autogénesis, ni responde a determinadas características étnicas de los grupos en conflicto, como algunos observadores cómodamente han pretendido obviando así el análisis y la investigación del desarrollo complejo histórico de un pueblo, como el pueblo sirio. Lo que sí es cierto es que todos los conflictos y, particularmente los conflictos armados civiles o guerras civiles, implican una considerable carga de violencia, donde diversos grupos de acción trasladan a la calle sus diferencias políticas, desencadenando una espiral de acción-represión-acción que va tensando la situación hasta su explosión final. De todo ello, de la diáspora siria, de la vida del pueblo sirio dentro y fuera de su país; de lo que podemos y debemos hacer y no estamos haciendo, hemos conversado con Wassim Zabad, Presidente de la Asociación Palmira de Apoyo al Pueblo Sirio en Málaga. Mientras, yo seguiré soñando con una Siria libre, democrática e independiente sobre la que pueda seguir volcando mi sueño de ir a seguir estudiando árabe como ya hice en Túnez años atrás.