En el evangelio de Lucas hay una historia muy conocida, dice que el Señor Jesucristo iba camino a Jerusalén y de repente se le aparecen diez leprosos, 9 israelitas y un samaritano pidiendo al señor que tenga compasión de ellos y dice en Lucas 17 que el señor Jesucristo los sano a todos. Ahora lo que se resalta en esa historia no es el poder milagro de Jesús, aunque indudablemente estaba allí en una forma muy clara, no es la compasión ni la misericordia del señor para con aquellos que sufren, lo que se resalta en esa historia es la ingratitud de los leprosos israelitas, porque solo el samaritano se volvió a dar gracias…

Dice Lucas 17:15, Note los detalles:

15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,

16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.

17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?

18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?

Noten como Jesús conecta la gratitud con el darle gloria a Dios. Esta historia pone de manifiesto uno de los mas grandes defectos, yo diría de los mas feos defectos de los seres humanos; la ingratitud, esto es uno de los rasgos de carácter que a todos nos molesta profundamente cuando otros son ingratos con nosotros, pero que fácilmente tomamos con ligereza cuando somos nosotros cuando no damos gracias.

Pablo en su carta a los romanos plantea el problema fundamental de la raza humana porque nosotros necesitamos el evangelio, una de las cosas que menciona es la ingratitud, pablo dice que la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad y Pablo dice que nosotros, todos los seres humanos por naturaleza conocemos a Dios, sin embargo los seres humanos buscan todas las explicaciones posibles para no tener que darle a Dios la honra, no le honraron como a Dios y para no tener que darle gracias…. Para no tener que dar gracias.