Momento de apertura...

. ... Respiro...

.

Suelto las plantas de mis pies...

Me observo...

Me siento...

Dejo que todo el peso de mi cuerpo se desplome.

No me opongo. No retengo. No lucho.

Suelto. Y abro.

Abro mi corazón.

Abro mis oídos.

Cierro mis ojos y abro mi visión.

Percibo mi ser energético.

Me encuentro en conexión con la tierra.

Desde el centro de mi corazón, guiado por el eje de mi columna vertebral, me sumerjo en lo más profundo de la tierra,

hasta llegar a aquel sitio cálido y luminoso:

El Corazón Esencial de la Tierra.

Siento su vibración,

su ritmo, su latir que nutre las venas del ser ancestral que habitamos,

y que resuena con los latires de los corazones de cada une de nosotres.

Me fundo en esa música.

Abro mi ser al corazón de la tierra.

Y su amor inmenso entra en mi.

En amor recuerdo que SOY.

Soy el mismo amor que me anima.

Y encarno en mi cuerpo como ser de universo.

Me reconozco. Me percibo y no interpreto.

Siento.

Ahora puedo elegir: abrir mis ojos,

y seguir recordando.

Y confiar. Y amar.

Y siempre ser.

Desde el centro luminoso de mi corazón.