Mientras dormimos profundamente, confiados en que todo nuestro cerebro descansa, hay animales que no se permiten ese lujo. Delfines, aves migratorias e incluso algunas focas han desarrollado un mecanismo increíble: pueden dormir con un solo hemisferio de su cerebro. Lo hacen para sobrevivir, para mantenerse alerta y, en algunos casos, para seguir volando o nadando sin parar. Pero lo más sorprendente es que este fenómeno también podría existir, de forma muy leve, en los seres humanos. ¿Qué nos dice esto sobre la evolución del sueño? ¿Y qué implicaciones podría tener para el futuro de nuestra forma de descansar?