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La comunicación no es, o no debería ser, un acto unidireccional. Al otro lado hay personas que reciben nuestros mensajes, que nos trasladan otros y que, por tanto, nos modifican los nuestros. La comunicación, como siempre digo, es algo que está vivo.
Precisamente para que la comunicación sea un ser vivo y no un fósil, necesitamos del otro y para ello, hemos de construir uno de los puentes más robustos que nos permitirán conectar. El puente de la ESCUCHA.
Escuchar no es poner el oído y quedarnos en modo encefalograma plano, ese que tan solo nos permite quedarnos con el significado más básico de las palabras. Escuchar es hacerlo con todos nuestros sentidos. Es escuchar lo que es y lo que no es. Es tratar de conectar con el significado y sentido más amplio de las palabras que salen de boca de nuestro interlocutor.
Sentirnos verdaderamente escuchados es uno de los mayores regalos que nadie nos puede hacer. Cuando escuchamos de verdad al otro, es como si detuviésemos el tiempo, como si abriésemos un paréntesis en nuestras vidas para meternos en una burbuja con otra persona o personas.
Son muchas las cosas que se podrían decir de la escucha. Hoy me centraré en uno de los mayores detractores de esta importante habilidad. Y es la anticipación. Cuántas veces alguien nos está contando algo y antes de que termine ya le hemos interrumpido, porque creemos saber perfectamente lo que nos quiere decir. Sacamos conclusiones anticipadas. Y al hacerlo, cuántas veces nos equivocamos en nuestra conclusión y cuántas veces (todas) hacemos sentir fatal al otro por haberle interrumpido.
Cuando escuchas de verdad, resignificas el mensaje.
Enlaces interesantes:
👉Puedes ampliar más información sobre mí y sobre lo que hago en: www.marinaestacio.com
👉Si quieres acceder a más contenidos relacionados con la comunicación personal, puedes seguirme en:
https://www.instagram.com/marina_estacio_comunicadora/
¡Me encantará que viajemos juntos/as por el camino de la comunicación, que, en definitiva, es un camino de vida!
La comunicación no es, o no debería ser, un acto unidireccional. Al otro lado hay personas que reciben nuestros mensajes, que nos trasladan otros y que, por tanto, nos modifican los nuestros. La comunicación, como siempre digo, es algo que está vivo.
Precisamente para que la comunicación sea un ser vivo y no un fósil, necesitamos del otro y para ello, hemos de construir uno de los puentes más robustos que nos permitirán conectar. El puente de la ESCUCHA.
Escuchar no es poner el oído y quedarnos en modo encefalograma plano, ese que tan solo nos permite quedarnos con el significado más básico de las palabras. Escuchar es hacerlo con todos nuestros sentidos. Es escuchar lo que es y lo que no es. Es tratar de conectar con el significado y sentido más amplio de las palabras que salen de boca de nuestro interlocutor.
Sentirnos verdaderamente escuchados es uno de los mayores regalos que nadie nos puede hacer. Cuando escuchamos de verdad al otro, es como si detuviésemos el tiempo, como si abriésemos un paréntesis en nuestras vidas para meternos en una burbuja con otra persona o personas.
Son muchas las cosas que se podrían decir de la escucha. Hoy me centraré en uno de los mayores detractores de esta importante habilidad. Y es la anticipación. Cuántas veces alguien nos está contando algo y antes de que termine ya le hemos interrumpido, porque creemos saber perfectamente lo que nos quiere decir. Sacamos conclusiones anticipadas. Y al hacerlo, cuántas veces nos equivocamos en nuestra conclusión y cuántas veces (todas) hacemos sentir fatal al otro por haberle interrumpido.
Cuando escuchas de verdad, resignificas el mensaje.
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