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Cynthia Petion y Eddie Petion Audio de La Tormenta Económica Perfecta en Argentina


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Argentina en la cuerda floja la inflación escala al 2,1% mensual y pone a prueba el plan MileiLa inflación en Argentina ha vuelto a encender las alarmas. En septiembre de 2025, los precios al consumidor subieron un 2,1% mensual, la cifra más alta desde abril, y acumulan un 22% en lo que va del año. Este repunte marca un freno a la tendencia de desaceleración que el Gobierno de Javier Milei intentaba consolidar y plantea un escenario complejo de cara al cierre de año.El dato llega en un contexto político delicado: el presidente busca apoyo externo en Estados Unidos, mientras las tensiones internas y la pérdida de confianza de los mercados ensombrecen su promesa de estabilizar la economía. Con una inflación interanual aún por encima del 30%, los argentinos viven entre el alivio de una leve moderación y la incertidumbre ante un futuro cada vez más imprevisible.Un nuevo repunte tras meses de calmaEl Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió un 2,1% en septiembre, rompiendo con la tendencia descendente observada desde mayo. Aunque el dato parece modesto comparado con los picos hiperinflacionarios de años anteriores, preocupa a los analistas porque se produce justo cuando el Gobierno esperaba una consolidación de la baja de precios.A diferencia de los meses previos, donde los alimentos y bebidas lideraban los incrementos, esta vez el mayor impulso provino de vivienda, servicios básicos y transporte, que subieron por encima del 3%. Los ajustes tarifarios y el encarecimiento de combustibles impactaron directamente en el costo de vida.Los alimentos —que determinan buena parte del gasto de los hogares más vulnerables— aumentaron un 1,9%. Aunque es un avance menor que el de otros sectores, el efecto acumulativo sigue erosionando el poder adquisitivo. Restaurantes y hoteles subieron apenas un 1,1%, reflejando una caída del consumo interno.Los factores detrás del alzaLos economistas coinciden en que tres factores explican este nuevo repunte inflacionario:a) Devaluación del peso.
La depreciación del tipo de cambio oficial frente al dólar ha sido constante. Aunque el Gobierno intenta mantener un “crawling peg” (ajuste gradual), la brecha con el mercado paralelo supera el 30%. Este diferencial encarece las importaciones y se traduce en mayores costos para el sector productivo.b) Aumento de tarifas.
El plan de “sinceramiento” de precios impulsado por Milei busca reducir subsidios al gas, la electricidad y el transporte. Sin embargo, su aplicación inmediata generó un efecto inflacionario de corto plazo, que golpeó con más fuerza a la clase media urbana.c) Reacomodamiento de expectativas.
Los mercados y consumidores ajustan sus decisiones en función de la expectativa de inflación futura. Las declaraciones políticas, la incertidumbre cambiaria y las tensiones con el FMI han deteriorado la confianza, generando una retroalimentación negativa: los actores económicos suben precios preventivamente.El contexto político y el “factor Trump”El escenario político se vuelve un ingrediente clave en esta ecuación. En las últimas semanas, la administración de Milei ha buscado apoyo externo de Estados Unidos para refinanciar deuda y obtener asistencia técnica. Sin embargo, las declaraciones de Donald Trump, quien condicionó un eventual rescate financiero a un triunfo de Milei en las legislativas de 2026, generaron turbulencia en los mercados.El peso argentino se depreció en las jornadas siguientes, y los bonos soberanos cayeron ante la percepción de mayor riesgo político. Este clima repercute directamente en las expectativas inflacionarias, pues el temor a un corte de financiamiento presiona la demanda de dólares y alimenta la incertidumbre.La economía argentina, históricamente sensible a la política, vive una vez más una coyuntura en la que la estabilidad de precios depende tanto de la economía como de la confianza política.Las cifras del FMI y el realismo de las metasEl Fondo Monetario Internacional revisó recientemente sus proyecciones: elevó la inflación esperada para 2025 al 41,3% anual y redujo la previsión de crecimiento del PIB del 5,2% al 4,5%. El organismo reconoce los esfuerzos del Gobierno argentino por ajustar las cuentas fiscales, pero advierte que la falta de consenso político y las tensiones sociales podrían frenar las reformas.Para el FMI, la economía argentina sigue atrapada en un dilema clásico: si se acelera el ajuste, la recesión se profundiza; si se relaja, la inflación se dispara. Encontrar el punto medio sin perder legitimidad política será el desafío central del Gobierno en 2026.Los sectores más afectados por la inflaciónEl aumento del 2,1% mensual no afecta a todos por igual. Según el INDEC, los rubros que más contribuyeron al alza de septiembre fueron:
  • Vivienda, agua, electricidad y gas: +3,4%

  • Transporte: +3,2%

  • Educación: +2,8%

  • Alimentos y bebidas: +1,9%

  • Salud: +1,5%

  • Restaurantes y hoteles: +1,1%

Estos incrementos revelan cómo la inflación se ha desplazado desde los alimentos —tradicional motor del alza de precios— hacia los servicios y los bienes regulados, un fenómeno asociado al retiro de subsidios.La canasta básica total también se encareció un 2,3%, mientras que la canasta alimentaria lo hizo un 1,8%. Esto significa que una familia tipo necesita más de 750.000 pesos mensuales para no caer bajo la línea de pobreza, una cifra que continúa creciendo más rápido que los salarios.El impacto social y psicológicoMás allá de los indicadores, la inflación tiene un efecto intangible pero devastador: la pérdida de confianza. La población argentina convive con la inflación desde hace décadas, pero la persistencia de aumentos sostenidos genera fatiga social y una sensación de inestabilidad permanente.Las familias adoptan estrategias defensivas: adelantan compras, buscan ahorrar en dólares, reducen consumo de ocio o reemplazan productos básicos por marcas más baratas. Estos comportamientos, aunque racionales a nivel individual, refuerzan el ciclo inflacionario a nivel macroeconómico.La inflación también deforma la percepción del valor. Cuando los precios cambian semana a semana, las referencias se diluyen y la moneda pierde su función básica como unidad de cuenta. El resultado es un entorno de desconfianza donde el dinero se convierte más en un medio de escape que en un instrumento de planificación.El dilema de Milei: ajuste o legitimidadEl Gobierno de Javier Milei enfrenta un dilema de difícil resolución: mantener la austeridad fiscal para consolidar el equilibrio macroeconómico o aflojar las medidas para aliviar la presión social.El presidente insiste en que “no hay alternativa al ajuste”, y defiende su estrategia de disciplina monetaria como la única vía para derrotar la inflación estructural. Sin embargo, la caída del consumo y el aumento del desempleo amenazan con erosionar su capital político antes de tiempo.En los círculos económicos, se debate si el plan de estabilización —que incluye la eliminación de subsidios, el recorte del gasto público y la apertura comercial— podrá sostenerse sin un anclaje cambiario más firme. Varios analistas proponen avanzar hacia una dolarización parcial, mientras otros advierten que esa medida podría limitar aún más la política monetaria nacional.El papel del Banco Central y la credibilidad institucionalLa credibilidad del Banco Central de la República Argentina (BCRA) es un factor crucial. Aunque la autoridad monetaria ha reducido la emisión, los mercados aún perciben una política de comunicación poco transparente. La confianza en su independencia institucional sigue siendo frágil, lo que afecta las expectativas.Para que la política antiinflacionaria tenga éxito, el BCRA necesita más que disciplina contable: requiere demostrar autonomía real frente al poder político y capacidad técnica para conducir la política monetaria con previsibilidad.Inflación y tipo de cambio: una danza peligrosaEn Argentina, la relación entre tipo de cambio e inflación es casi simbiótica. Cada devaluación del peso repercute inmediatamente en los precios, no solo por los productos importados, sino también por la “indexación mental” de la economía al dólar.Actualmente, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo se mantiene por encima del 30%, una diferencia que incentiva el arbitraje y desalienta las inversiones. Si el Gobierno no logra reducir esta brecha, los esfuerzos antiinflacionarios seguirán chocando contra la realidad del mercado cambiario.Comparaciones regionales: un mosaico latinoamericanoMientras Argentina lucha contra una inflación del 30% interanual, sus vecinos muestran panoramas distintos.
  • Chile ha logrado contener los precios en torno al 4,4%.

  • México se mantiene estable en 3,7%, cerca de la meta del Banco de México.

  • Brasil ronda el 5,1%.

La diferencia radica en la estabilidad institucional, la disciplina monetaria y la credibilidad de sus bancos centrales. El caso argentino, en cambio, combina historia de inflación crónica, debilidad institucional y volatilidad política, tres ingredientes que dificultan cualquier estabilización duradera.El costo político de la inflaciónLa inflación no solo se mide en porcentajes: también en votos y legitimidad. El aumento del 2,1% mensual llega en plena antesala de las elecciones legislativas, donde Milei buscará consolidar su mayoría. Cada punto de inflación erosiona la confianza del electorado, especialmente en sectores medios y bajos que sienten la presión diaria en el supermercado.Los partidos de oposición aprovechan este contexto para criticar la “falta de resultados concretos” del ajuste y acusan al Gobierno de aplicar medidas “insensibles”. Mientras
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