Dedico este trabajo a mi padre, Adán Caro Pulgarín, a quien nunca conocí en vida porque murió a muy
corta edad y nos dejó en la orfandad más profunda. A mi madre, Ana Tulia Torres Rojas, quien falleció el
pasado 18 de junio, para ella, una loa al silencio, al sufrimiento y a la soledad más aterradoras. A mis diez
hermanos: Georgina, Dora, Libia, Rosmira, Ana Tulia, Uriela, Aristides, Adán, Luz Elena, Adriana, tan
distintos, tan distantes, la más sólida representación de la soledad, la incomprensión y el egoísmo, encarna-
do en Macondo, herencia de Gabriel García Márquez en su obra Cien Años de soledad. A Diego Alexander
Bedoya Jaramillo, por su manera particular de concebir el mundo.
Norberto de Jesús Caro Torres