Nuestra vida tiene un camino por el que Dios se acerca a nosotros, entra en nuestro corazón. Pero es un camino del que nos tenemos que encargar en su mantenimiento. Somos nosotros los que tenemos que allanar los socavones y los baches, que le impiden al Señor llegar hasta nosotros. De eso se tratad el Adviento: preparad el camino.