Julius Sekitoleko, un levantador de pesas ugandés de 20 años que se fugó del hotel en el que estaba en busca de una vida mejor de la que tenía en su país. Dejó una nota con los motivos y compró un boleto de tren bala con la intención de no volver más.
Las alarmas se encendieron cuando no se presentó a dejar una muestra para las pruebas PCR en Izumisano, sede de la concentración de su equipo. Según fuentes de allí, escribió que no quería regresar por las difíciles condiciones para estar en su país de África Oriental.