Un día inesperado, Julián se presentó en casa con un niño de unos 13 o 14 años y le dijo a su esposa que quería hablar con ella en privado para explicarle la presencia del niño. Giorgina, al ver al niño arrastrando una pequeña maleta y con una cara de tristeza incomprensible para ella en ese momento, aceptó la conversación en privado.