Deuteronomio 15: La bendición de ayudar sin condiciones.
Deuteronomio 15:1-11 RVA2015:
“Cada siete años harás remisión. En esto consiste la remisión: Todo aquel que dio un préstamo con el cual obligó a su prójimo, perdonará a su deudor. No lo exigirá de su prójimo o de su hermano, porque habrá sido proclamada la remisión del SEÑOR. De un extranjero podrás exigir el reintegro, pero lo que tu hermano tenga de ti desistirás de cobrarlo. Sin embargo, no debe haber necesitado en medio de ti, porque el SEÑOR te bendecirá con abundancia en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da por heredad para que tomes posesión de ella. Solo que escuches de veras la voz del SEÑOR tu Dios, para guardar y cumplir todo este mandamiento que yo te mando hoy. Ciertamente el SEÑOR tu Dios te bendecirá, como te ha prometido. Darás prestado a muchas naciones, pero tú no tomarás prestado. Te enseñorearás de muchas naciones, pero ellas no se enseñorearán de ti. “Cuando uno de tus hermanos esté necesitado en alguna de tus ciudades en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da, no endurecerás tu corazón ni le cerrarás tu mano a tu hermano necesitado. Le abrirás tu mano con liberalidad, y sin falta le prestarás lo que necesite. “Guárdate de que no haya en tu corazón pensamiento perverso, para decir: ‘Está cerca el año séptimo, el año de la remisión’, y mires malévolamente a tu hermano necesitado para no darle nada. Porque él clamará contra ti al SEÑOR, y será hallado en ti pecado. Sin falta le darás, y no tenga dolor tu corazón por hacerlo, porque por ello te bendecirá el SEÑOR tu Dios en todas tus obras y en todo lo que emprenda tu mano. Porque no faltarán necesitados en medio de la tierra; por eso, yo te mando diciendo: Abrirás tu mano ampliamente a tu hermano, al que es pobre y al que es necesitado en tu tierra.
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Como aprendimos en el capítulo de ayer y en los pasados capítulos: la bendición terrenal, material y económica proviene de Dios. Él es el que suple nuestras necesidades en abundancia cuando somos fieles.
El pueblo de Israel recibió, dentro de las leyes y preceptos de Dios, un nuevo orden financiero y económico, no solo para que ellos fueran bendecidos sino también para que pudieran ayudar a otros.
Si alguien debía dinero o se había sometido a servidumbre por su deuda, después de los 7 años quedaba libre de su compromiso, cualquier deuda era perdonada de corazón.
Moisés animó al pueblo para que desarrollen el don de dar, especialmente con sus hermanos con necesidades
Si ellos ayudaban de corazón, daban la mano al que genuinamente estaba necesitado y perdonaban su deuda, al séptimo día Dios prometía darles abundancias a aquel perdonaba esa deuda.
¡Qué sensación tan especial habrían sentido aquellos que eran libres o su deuda había sido perdonada!
¡Y qué admiración se siente por aquellos que en un acto de fe y obediencia perdonaban de corazón al deudor!
Aquí podemos aprender muchas lecciones aunque no estemos bajo la ley de Moisés. Nosotros podemos tener ese mismo corazón. Debemos ayudar al necesitado. Debemos apoyarlos en todo lo que esté a nuestro alcance para que puedan salir adelante o solamente con ayuda económica pero también guiarlos para que obtengan el conocimiento necesario y puedan superar cualquier crisis que están pasando.
Igualmente, el apóstol Pablo nos enseñó ayudar a todos en todo tiempo, e hizo énfasis con los hermanos en Cristo, que comparten nuestras mismas convicciones de fe, que tienen una vida ejemplar pero que están pasando por una prueba difícil.
Gálatas 6:9-10 dice: “No nos cansemos, pues, de hacer el bien porque a su tiempo cosecharemos, si no desmayamos. Por lo tanto, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.”
Puedo imaginar que también en Israel existían abusadores queriendo vivir engañosamente de la buena voluntad de su prójimo, y yo...