*DÍA 16 AYUNO DE DANIEL*
*EXAMÍNAME*
_A veces nos cuesta saber cómo orar por la situación que enfrentamos o por el avance específico que deseamos. Necesitamos escuchar a Dios, pero a menudo las emociones o el peso de nuestra prueba nos desvían. Cuando surge la confusión, la frustración o el doble ánimo, ya no tenemos la claridad del Espíritu. Aquí es donde entra el ayuno. Sirve como un instrumento de gracia, permitiéndonos ver las mentalidades que han prolongado nuestro avance. Cuando invitamos al Señor a que nos examine, estamos declarando nuestro deseo de tener una relación sin trabas con Él. Volvernos vulnerables con el Señor nos permite enfrentar nuestros problemas y, en última instancia, destruye la vergüenza. Nos abre a la libertad de una manera que rara vez nos damos cuenta de que está disponible hasta que la abrazamos. Su fiel respuesta de aceptación nos anima a permanecer vulnerables. Nada está oculto para Él, sin embargo, nos ama de la misma manera. Al abrir cada faceta de nuestro ser a su mirada escrutadora y sentirnos cómodos en ese lugar, dejamos de centrarnos en nosotros mismos. Levantamos la cabeza y el corazón en su dirección porque ya no nos preocupa escondernos. Cuando reconocemos nuestra desnudez ante Él, es más fácil escuchar su dirección._
*ORACIÓN*
_*Señor, mi corazón está delante de ti. Búscame. Todo pensamiento oculto está abierto a tu mirada penetrante. Ven con los fuegos del amor celoso que ardía antes de que el mundo comenzara y purifícame. Pagaste el precio máximo para tenerme sin reservas, y no te lo negaré. Deja que la belleza de la entrega de todo corazón me defina para que los caminos del hombre no lo hagan. Mientras te entrego todo, estoy facultado para orar tu voluntad. Los deseos de mi corazón se purifican en la seguridad de tu presencia. Aquí, quitas las capas de incredulidad que han sesgado mi visión y limitado mi fe. De repente, veo las cosas desde tu perspectiva y sé que eres el Dios que siempre viene a rescatarme. Tu amor fiel me está liberando de la ansiedad y el temor. Siento que se cae, como si me estuviera despojando de un caparazón incómodo y restrictivo. El valor crece dentro de mí mientras abrazo tu amor purificador. Me estás infundiendo confianza, no en mí mismo o en aquello para lo que puedo reunir la fe, sino en la absoluta seguridad de tu amor por mí. Tú eres el Dios de la santa resolución. Tú eres quien me guía y me enseña a orar. Amén*_