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夏休み中の新企画!Domingos Relatos Cortos con PataLibre Club! 第三回目の今回は ''El toque de oro''です。日曜日の夜、ほんの少しの間ゆっくりお聴きください。
Había una vez un rey llamado Midas que hizo una buena acción para un sátiro.
Entonces Dionisio, el dios del vino, le concedió un deseo.
Para su deseo, Midas pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro.
A pesar de los esfuerzos de Dionisio por impedirlo,
Midas alegó que se trataba de un deseo fantástico, y el Dios por tanto así se lo concedió.
Entusiasmado con sus nuevos poderes,
Midas empezó a tocar todo tipo de objetos, convirtiendo cada uno de ellos en oro puro.
Pero pronto, Midas tuvo hambre.
Al coger un trozo de comida, descubrió que no podía comerlo.
Se había convertido en oro en su mano.
Hambriento y desperado, Midas gimió: "¡Me voy a morir de hambre!
Tal vez no era un deseo tan excelente como parecia después de todo".
Al ver su dolor y consternación, la querida hija de Midas lo rodeó con sus brazos para consolarlo,
y ella también se convirtió en oro. Ay de mi "El toque de oro no es una bendición",
si no una enorme maldición, gritó Midas.
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夏休み中の新企画!Domingos Relatos Cortos con PataLibre Club! 第三回目の今回は ''El toque de oro''です。日曜日の夜、ほんの少しの間ゆっくりお聴きください。
Había una vez un rey llamado Midas que hizo una buena acción para un sátiro.
Entonces Dionisio, el dios del vino, le concedió un deseo.
Para su deseo, Midas pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro.
A pesar de los esfuerzos de Dionisio por impedirlo,
Midas alegó que se trataba de un deseo fantástico, y el Dios por tanto así se lo concedió.
Entusiasmado con sus nuevos poderes,
Midas empezó a tocar todo tipo de objetos, convirtiendo cada uno de ellos en oro puro.
Pero pronto, Midas tuvo hambre.
Al coger un trozo de comida, descubrió que no podía comerlo.
Se había convertido en oro en su mano.
Hambriento y desperado, Midas gimió: "¡Me voy a morir de hambre!
Tal vez no era un deseo tan excelente como parecia después de todo".
Al ver su dolor y consternación, la querida hija de Midas lo rodeó con sus brazos para consolarlo,
y ella también se convirtió en oro. Ay de mi "El toque de oro no es una bendición",
si no una enorme maldición, gritó Midas.
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