Durante 22 años estuve avergonzada por mi cicatriz, me daba pena mostrar mi cuerpo y ni se diga hablar de ella. Y es justo lo que el pecado hace en nuestras vidas, nos mantiene en verguenza evitando vivir el propósito de Dios en nuestra vida.
Durante 22 años estuve avergonzada por mi cicatriz, me daba pena mostrar mi cuerpo y ni se diga hablar de ella. Y es justo lo que el pecado hace en nuestras vidas, nos mantiene en verguenza evitando vivir el propósito de Dios en nuestra vida.