Pocas fechas hay más especiales que la del Día de Todos los Santos. Y es que la muerte es tan antigua como el hombre. Tanto que ya en la prehistoria, la preocupación por el más allá formaba parte de las reflexiones más trascendentes que tenía el ser humano de entonces. Y así lo reflejó en el arte rupestre que encontramos en las zonas más profundas de las cuevas, que son las más sagradas. De aquellos tiempos nos ha quedado ese miedo ancestral a la negra dama, a tal extremo que el día en el que mostramos nuestro respeto por aquellos que ya se ha llevado, celebramos todo tipo de ritos, algunos anclados en tiempos remotos.