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En esta profunda enseñanza, Miguel Díez nos confronta con una verdad esencial: todos estamos construyendo una casa, pero no siempre la correcta. Mientras el ser humano invierte su vida edificando casas materiales, Dios busca levantar en nosotros templos vivos del Espíritu Santo, construidos con verdades eternas y no con esfuerzos humanos. A través de ejemplos, experiencias y pasajes bíblicos, Miguel expone la ruina del orgullo, la vanidad y las prioridades terrenales, contrastándolas con la obra sobrenatural del Espíritu, que transforma vidas destruidas en moradas gloriosas para Dios.
Esta predicación nos llama a dejar de reconstruir “Jericós” en nuestra vida —proyectos vacíos, religiosidad, ambición— y permitir que Cristo sea el único fundamento sólido. Solo Él convierte una vida derrumbada en un hogar eterno, firme y lleno de su presencia.
Un llamado urgente a revisar nuestra edificación interna y rendirnos para que Dios nos haga casa suya, para siempre.
By Miguel DíezEn esta profunda enseñanza, Miguel Díez nos confronta con una verdad esencial: todos estamos construyendo una casa, pero no siempre la correcta. Mientras el ser humano invierte su vida edificando casas materiales, Dios busca levantar en nosotros templos vivos del Espíritu Santo, construidos con verdades eternas y no con esfuerzos humanos. A través de ejemplos, experiencias y pasajes bíblicos, Miguel expone la ruina del orgullo, la vanidad y las prioridades terrenales, contrastándolas con la obra sobrenatural del Espíritu, que transforma vidas destruidas en moradas gloriosas para Dios.
Esta predicación nos llama a dejar de reconstruir “Jericós” en nuestra vida —proyectos vacíos, religiosidad, ambición— y permitir que Cristo sea el único fundamento sólido. Solo Él convierte una vida derrumbada en un hogar eterno, firme y lleno de su presencia.
Un llamado urgente a revisar nuestra edificación interna y rendirnos para que Dios nos haga casa suya, para siempre.